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Novela histórica 9/ Abrió, y recibió un respetuoso saludo: Buenas noches.—Siento, señor —continuó Orlando—venir á molestaros en estas horas; pero yo espero que el Superior me dispensará cuando juzgue la trans- cendencia de mi visita. El hermano portero le recibió con todas las seguridades de con- fianza, y haciéndole sentar en el recibidor, dejándole luz, fuéá llamar al P. Guardián. Este descansaba ya en sus tablas, pero no se hizo esperar. Después de un cordialisimo saludo, Orlando sacó una carta de un sobre y dijo al P. Guardián entregándosela: —Padre mío, no tengo tiempo que perder y acaso es ésta la primera y la última visita. Ruego os enteréis de ese borrador y escrito; y en una sola conferencia que puede durar una hora, y aún hasta la media noche, espero me digáis en concreto qué debo hacer. V. R. puede antes de contestarme darme luz y enterarse de todas las circunstancias que me rodean. Estoy pronto á satisfacer cuanto juzgue conveniente preguntarme. —¿Cómo pensábais vos, hijo mío, antes de leer por vez. prime- ra este escrito?, le preguntó el Guardián cuando se hubo enterado. —Podéis pensarlo, Padre mio, dada mi educación. Jamás tuve duda ninguna, por lo menos que me inquietase tanto. -¿Y ahora? e Ahora, con esa carta, tengo el alma torturada hace dos años. —¿Y os sentis con fuerzas para abrazar lo que para vos reza ese escrito? Naturalmente, no. ¿Verdad, hijo mío? —Pero, Padre Guardián,—contestó el joven luchando horrible- mente consigo mismo —si mi corazón y mi alma se han alimentado hasta ahora de otro modo muy distinto, ¿cómo voy yo á cumplir la voluntad de mi padre? El mismo no me hace mucha fuerza dán- dome así el aviso, sin duda porque conoce lo difícil de la empresa; pero veo que esa es su voluntad, que esa ha sido un día su obliga- ción, y yo no quiero meterme en el por qué, porque cuando era más fácil no la ha cumplido. Yo prescindo de todo eso, y me fijo sólo en que no descanso; la alegría huye de mí, y estoy tan preocupado en las ideas con mis pros y con mis contras, que muchas veces no atiendo ni entien- do lo que se habla en mi casa, y temo hacerme intratable,
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