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90 Equivocación... | ' deza de su alma y en su profundo respeto, las consideraba como formales preceptos, impuestos del modo más decoroso que podía | hacerlo su padre. Bien había pensado alguna vez ir á escuchar al P. Ignacio, de quien sus diarios protestantes se ocupaban con desprecio. Pero po- ( día ser visto, y esto en casa hubiera causado un disgusto verdade- ! ro, sin motivo aun para eso. Cierta noche que ninguno de la familia quiso ir á la función de il teatro por tan sabida, á él se le ocurrió pretextar necesidad y com- promiso de acompañar á unos amigos. 48 nueve de la noche eran cuando llegó á la portería del Con- vento. A distancia de un cuarto de hora había ordenado á su co- k chero detener y esperarle. Él recorrió andando el trayecto sin de- i cir dónde iba. | La puerta del Monasterio estaba ya cerrada. Casi todos los Re- ligiosos estaban acostados, pues según sus constituciones debían levantarse todas las noches á las doce para cantar Maitines. Dudó si debía llamar. Por fin se acercó á la campanilla y tiró del cor- dón. ni Sin duda el portero ó estaba acostado ya ó había ido á la celda del Guardián á recoger las llaves que poco antes dejara para acos- , tarse. pe Pr . El caso es que tardó un buen rato en bajar á la portería. Orlando tenía ya la mano en la cadenilla para tocar otra vez, A A A A e A pl se cuando le pareció ver una opaca luz y percibir muy suaves pasos. Luz y pasos se acercaban y se detuyo un momento. Una voz grave W ada pero cariñosa le decía desde dentro por el mirador de la puerta. ¿Ave María Purísima?... Orlando sintió un repentino movimiento de repugnancia, apretó con el codo la Biblia que llevaba bajo el brazo como quien apela á un amuleto, quedó cortado sin saber qué contestar, y oyó que la misma voz se contestaba: Sin pecado concebida. Orlando tuvo impulsos de volverse sin esperar á que abriese *“ quien hablaba. Era horrible aquel nombre y aquel calificativo: María, purísima... En pais protestante, el portero tenía ya este saludo, que es ge- neral, como piedra de toque, é infalible, para saber quién lla- maba. PEA

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