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88 Equivocación.. Lo mismo le importaba que no se la diese. Ella de todos modos había de obrar conforme á sí misma. —¿Y quién te acompaña?—Le preguntó el General, pues no había que pensar en oponerse ni oponer dificultad.—Ya ves que yo no puedo ir. —Nadie, Hereford, me basto yo. Viajaré de incógnito, á la ida en berlina reservada, y ya en el hospital de N... soy bien conocida. —¿Y cuándo partes? —No lo sé... no tengo prisa... acaso pronto... ya lo veré. El viaje lo tenía dispuesto para la mayor brevedad. Volando hubiera querido ir, y sólo por no llamar la atención ni dar en qué pensar, lo retrasó unos días. Raquel no se explicaba que no la hubiese llevado á ella. Toda gu vida no había tenido más ocupación que contemplar á Orlando. ¿Qué se hacía ahora en casa estando él allí? Y no llevarla su mamá y no satisfacerle ninguna razón, excusa ni pretexto, para irse ella sola...:¿Qué podía ser? Un día preguntó al General si había entre- gado su tarjeta á la Superiora, y si estaba cierto de que había sido atendida.

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