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e personajes dan por resultado la acción de la novela, y esta puede ser sencilla ó com- plicada, triste ó alegre, de pocas horas ó de largos años, según al autor se le antoje. Lo único que se le exije es que tenga interés y suspenda el ánimo del lector, subiendo gra- dualmente de una escena interesante á otra que lo sea más. Puede emplearse en ella cualquiera forma de estilo, aunque lo más común es emplear el narrativo, amenizándole con algunos diá- logos y cartas, para evitar la monotonía, que raya entastidiosa, cuando el estilo empleado es solo el dialogado ó epistolar. En la com- posición de la novela deben tenerse presente las reglas que se dan para el drama, porque en el fondo drama y novela vienen á ser lo mismo. De buena gana hubiéramos omitido el presente capítulo en nuestra obrita, si esta omisión no desmintiera el título que lleva, con perjuicio de la instrucción y aprovecha- miento de la juventud clerical y religiosa. La novela ha llegado á ser un género literario, y como tal debe ser presentado al tratar de literatura. Es verdad que ha producido inmen- sos estragos en la sociedad, corrompiendo las costumbres, extraviando las inteligencias, y pervirtiendo los corazones; pero debemos con- fesar que el mal no está en la novela, sino en

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