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El género epistolar comprende las cartas de todas clases. Se dá el nombre de cartas á la conversación por escrito entre personas ausentes. A veces se le dá tambien el nom- bre de epistola; pero se debe saber que el uso, juéz árbitro del lenguaje, va reservando este nombre para las cartas en verso, que están adornadas de las galas poéticas. Como la materia de las cartas y los fines á que se ordenan son innumerables, es im- posible dividirlas y clasificarlas cumplidamen- te. Hay cartas familiares, de negocios, de cumplimientos, científicas, literarias, morales, artísticas, políticas y de otras mil clases. ¿Quién, pues, se atreverá á dar reglas fijas para estas clases de composiciones? Todo lo que se puede decir es que en las familiares debe reinar la sencillez é ingenuidad; en las de negocios, la seriedad, brevedad y claridad posibles; en las de cumplimientos, la delica- deza y cortesía; y en todas el estilo que pida el asunto, y el tono que exija la dignidad y decoro de quien escribe y de quien ha de re- cibirla. Esto es cuanto se puede decir. El ejercicio y la práctica ilustrarán al alum- no más que todas las reglas que aquí pudiéra- mos consignar; que en este asunto lo que 'se necesitan no son reglas, sino modelos. Como tales suelen darse el Centón epistolario; las discretas y moralizadoras epístolas de Hernan- 9

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