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— 17— giendo la marcha de un tren y haciendolo co- rrer á su antojo, ya lenta, ya vertiginosamente, es bello en el orden intelectual. José, el hijo de Jacob, dándose á conocer á sus hermanos y colgándose lloroso al cuello de Benjamín, es un modelo de belleza en el orden moral. LA SUBLIMIDAD no es más que la misma be- lleza llevada á su grado más alto y sorpren- dente. Lo sublime no solo nos deleita y ad- mira, sino que lleva el deleite y la admiración al extremo de producir en nosotros un senti- miento de asombro y estupefacción. Siendo lo suBLIME la belleza misma en su grado supremo, la SUBLIMIDAD puede hallarse en los tres mismos órdenes en que se encuen- tra la belleza. El mar agitado por una tempes- tad furiosa, es sublime en el orden físico. Co- lón arrostrando esos peligros y descubrien- do un nuevo mundo, es sublime en el orden intelectual. Guzmán el Bueno en los muros de Tarifa, y Eleázaro, dejándose martirizar por no infringir la ley divina, son personificacio- nes de sublimidad moral. Hechas estas ligeras indicaciones vamos á tratar de los pensamientos, elementos pri- marios de toda obra literaria.
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