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Así, cuando yo veo que un poeta Plagado está de faltas, lo comparo Al famoso Querilo, que me llena De risa y estupor, si en sus cantares Consigo sorprender tal cual belleza, A la par que me enfada el gran Homero, Si alguna vez dormita, bien que sea Disculpable algun sueño en largas obras XXVULñ Ae E Oye y medita bien estas palabras En muchas profesiones se toleran Con sobrada razón las medianías Letrados hay que no tienen la ciencia Del gran Aulo Caselio; y oradores Que abogando en el foro, no demuestran La expresiva facundia de un Mesala; Y Roma sin embargo, los aprecia, Pero á un mediano vate, ni los cielos, Ni los hombres lo sufren, ni aun las piedras. Cual disgustan en un grato convite Rancios perfumes, discordante orquesta, Dulce de adormideras con miel sarda, Porque pudo cubrirse bien la mesa Sin. tales accesorios, de igual suerte, Siendo el único objeto de un poema Recrear el espíritu, á muy poco Que abata el alto vuelo, se despeña XXIX. Tú empero, mi Pison, nol nada digas Ni hagas nada á despecho de Minerva: Así lo espero de tu sano juicio; Mas si acaso escribir un día intentas, Haz que Mecio tus obras examine Que las juzgue tu padre, y yo las vea, Y guárdalas despues hasta nueve años En tu escritorio; habrá lugar á enmiendas Entretanto; más una vez vertidas, Recogerse no pueden las ideas. Si forma al buen poeta el arte ó genio, Está en cuestión. Sin una rica vena No alcanzo que bastar pueda el estudio, Ni sin él suficiente encuentro aquella

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