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Sa de hablar con propiedad una lengua: y ade- más el estudio de la retórica se limitaría á la oratoria, excluyendo todos los otros ramos de la literatura. Por eso tal vez la Academia extiende su significado, definiendola «el arte de embellecer la expresión de los conceptos, dando al lenguaje hablado ó escrito eficacia bastante para deleitar, persuadir y conmover». Teniendo en cuenta esta definición aca- démica, y considerada la retórica de este modo, y en sí misma, sin relación con las demás ciencias y artes, puede muy bien di- vidirse en dos partes principales, «literatura y oratoria». Esta es una división que surgiría naturalmente del fondo mismo de la retórica, porque, siendo su objeto «embellecer la ex- presión de los conceptos,» si para conseguir- lo se vale del lenguaje oral, la retórica se convierte en oratoria, el retórico en orador: y si se vale del lenguaje escrito, la retórica se convierte en literatura, y el retórico será un li- terato, si su producción le merece ese nombre. Esta es la división que adoptamos ahora, ya por convenir al plan de nuestra obrita, ya también porque, según la mencionada defini- ción, entre el literato y el orador no hallamos más diferencia que la del modo de producirse: éste lo hace de palabras y aquél por escrito. Por eso en esta primera parte de las dos en que dividimos la obra, trataremos de las re-