BCCPAM000521-1-21000000000000

Esta es la combinación más armoniosa, aunque no faltan autores que combinan los cuatro últimos versos de distinto modo. SONETO: Consta de catorce versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En los cuartetos consuenan el primer verso con el cuarto, y el segundo con el tercero, que van pareados. Los tercetos se combinan al arbitrio del poeta, aunque los mejores pa- recen ser los que van combinados como los del soneto siguiente, atribuido por unos á San Francisco Javier, y por otros á Santa Teresa de Jesús, sin que sea tal vez de uno ni de otra. No me mueve, mi Dios, para quererte El cielo que me tienes prometido, Ni me mueve el infierno tan temido, Para dejar por eso de ofenderte: Tú me mueves, Señor; muéveme al verte Clavado en esa cruz y escarnecido; Muéveme el ver tu cuerpo tan herido; Muévenme tus afrenta* y tu muerte. Muéveme en fin tu amor; y en tal manera, Que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, Y, aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar, porque te quiera; Pues, aunque-lo que espero, no esperara, Lo mismo que te quiero, te quisiera. A veces para completaxs y redondear el pensamiento, se añaden al soneto tres Ó cua-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz