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[23] la benignidad era menos temido, ni por el rigor me- nos amado de los que le miraban como una imágen de Jesucristo, á quien servia como ministro. Hu- milde y manso de corazon, á egemplo del divino Maestro, trataba á todos con dulzura, hablaba ¿ todos con afabilidad, y á nadie irritaba con severi- dad; buscaba á los dispersos ; si los hallaba , los to» maba cariñoso sobre sus hombros para volverlos al redil; y si alguno, como el hijo pródigo, tornaba hambriento , pobre y miserable 4 la casa de su padre, celebraba su hallazgo con mesas abundantes , y con- vidaba á todos á hacer fiestas porque muerto ha- bia resucitado. Estas máximas de buen gobierno no solo las persuadia nuestro seráfico Padre con su egemplo, sino con sus palabras. Escribia un dia 4 Fr. Pedro Cataneo, Ministro general; y deseando inspirarle los sentimientos de buen padre y pastor para con sus ovejas, le decia asi: ,, Dios te guarde y conser- » ve en su santa caridad, mi hermano general Mi- »» Nistro: entre las virtudes que deben resplandecer » En tu persona y ministerio, te encargo la pacien- » Cia, queriendo tengas por gracia y merced cual- » quier injuria que recibas de tus enemigos : ámalos » por Dios, y haz con ellos cuanto te inspirare el » espíritu de su santo amor. ¿Sabes en qué conoceré

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