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[21] tor 4 sus ovejas, como una gallina 4 sus polluelos, asi ama Dios á todos los hombres, asi provee de sa- ludables pastos á los pecadores, asi protege y de- fiende á sus redimidos, no queriendo que ninguno se pierda, y ofreciendo á todos lo necesario para merecer la gloria. Jesucristo mismo, que descendió de los cielos 4 la tierra por nuestra salud, cuya caridad no han po- dido apagar las frias aguas de nuestras negras in- gratitudes, y cuyo amor deben imitar los que, como dice S. Gregorio el Grande, son llamados para ser- vir 4 sus hermanos como vicarios de su divina ca- ridad, no se contentó con dar su vida por sus Ove- jas como buen pastor; quiso que esto fuese deber indispensable de todos los que recibiesen el cargo y comision de apacentar el rebaño que él mismo ad= quirió y compró con el tesoro infinito de su precio- sísima sangre. Por esto antes de instituir á S. Pedro vicario suyo en la tierra le preguntó por tres veces si le amaba, diciendo: Petre, amas me? ¿Pedro, me amas? Contestó el discípulo repitiendo estas pa= labras: Tú sabes, Señor, que yo te amo, Y que doy mi vida por tí. Pues ea, añadió el divino Maestro, apa- cienta mis ovejas: pasce oves meas. Manifestando asi, dice S. Gregorio , que las llaves del cielo que ponia en Sus manos para abrir y cerrar, y la autoridad que

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