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a a 5 [16] diciones y naciones que calienta el sol; pues incan- sables en sus tareas y empresas apostólicas, han he- cho resonar el clarin de la doctrina evangélica por todas las partes del mundo conocido, agregado pro- vincias al imperio del Crucificado, regado la tierra con su sangre, aumentado el número de los escogi- dos, y enviado al cielo infinidad de bienaventura- dos, que alaban y engrandecen á su Criador por los siglos de los siglos. ¿Y qué podríamos prometernos la continuacion de tan bellos y admirables efectos ventajosos, aun á las sociedades civiles y políticas, en que viven siá la elección del nuevo Ministro general? No se- ñóres: él Rmo. P. Fr. Angel del Santo Sepulcro habia llegado al punto en que, segun lo ordenado en la citada bula inter graviores, debia terminar y términaba la autoridad que se le habia dado de di= rigie y gobernar por sí y sus vicarios esta pobre congregacion. Si en su lugar pues no se hubiese ele- gido otro que le sucediese En el mismo ministerio, esta reunion de hombres escogidos dejaria de ser órden, perderia el alma que la anima, y como un cuerpo á quien cortan la cabeza muere y se cor- rompe, asi moriria, la entraría la corrupcion, y dis- gregando los miembros que cuando unidos habian sido la luz del mundo y sal de la tierra, quedarian

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