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-10- l'risliRna, el juicio drl peca1lor impcnilonle. V ac¡uí, pecador, 1füá el Sef1or aimdo. Dime ¿,,¡1 · te <:olocó en el mundo~ Vos Se11or responder! pecador. Y para qné? Para Rer,·iros y ama Lo has hecho? 8í 6 nó? Ah! tu conciencia 1 que uó? Pues apártate ele mi m,1ldito: anrla fuego eten10 que e~tá di~¡meslo en el ahí. para Salaná~ y sus secuaces como tú. Pero es una alma justa oh! qué diferencia de juici de sentencia. El Señor con rostro amable le ni con toda dulzw-a. Bendita seas alma, que · Bendita seas para siempre. Escoje ahora, al una ele estas dos sentencias. Escoje bien, a que llegue el momento de tu juicio. Viernes.-lnfierno. El infierno es el lugar de lodo3 los lonne pena~ y mides juntos con privacion de hicn. El cuerpo y el alma se verán ,mmer;:' en un fuego mil veces más activo que el nosotros conocemos. El condenado untt vez ~e halle ya metido en nquel tan cspautoFo mo no saldrá de él jamás. Se acabará el mu y preguntará á los <lemonios: Cuándo ~nldré ar¡uí? Ntmca se le contestaní. Cuándo ce.s eslos mis tormentos? Jamás. Cuándo veré Gielo? Nunca. Cuándo se apagarán estas 11 en que me abraso? Jamás. Maldito de mí, por un momento que duró mi vida de plac estoy condenado á padecer 1'>lhiando por tma eternidad. Maldilo!!! Maldito!!! Maldito!!!
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