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| - porales y más que á nuestra propia sr AS 3 dad. ¡Ah ricos, qué difícil ha sido, ] A y será siempre vuestra salvacion! | Pero reflexiona por último, cristiano que el precepto de amar al prójimo 4 ga, 8 todos indistintamente nos obli y que si no todos pueden dar limosna peaje no todos tienen para ello, ng ay uno solo á.quien falten los arbi= trios para perdonar y amar ásuene- migo, para dar á todos un buen ejem plo, y para corregir en oportuno tiem= po con mansedumbre á los que yerran, que son los actos más precisos é im- portantes de esta virtud. La envidia,- el odio, la enemistad, los juicios teme- rarios, los injustos pleitos y los escán- dalos, son pecados que destruyen la caridad, hacen enemigo de Dios alque los comete y lo arrastran infelizmente á la eterna perdicion. Toda la ley en solo este mandato se compendia; todas sus obligaciones con esta sola se cum- plen, y todos los premios á su debida- observancia se prometen. Debemos - amar al prójimo como á nosotros mis- mos, más que á nuestros intereses tem- vida natural, porque debemos amarlo - como nos amó Jesucristo, que dando * x - y d e Ls E
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