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a 7 4 a dad: de aquí el decir este gran Siervo de Dios con san Pablo: Zn todo padece- “mos tribulacion, pero no nos angustia—- mos: somos sumamente ajtigidos, mas no —cqemos de animo: padecemos persecucio- nes, sin ser desamparados: nos miramos abatidos, mas no por eso perecemos. Sin duda porque á todo era superior su pa- ciencia, por la grandeza de su espíritu. a | $ IT. - Consideren aquí ya los atridulados la necesidad de su paciencia en los tra- bajos, y los ventajosos premios que les están prevenidos. La adversidad igual- mente que la prosperidad viene de Dios; para entrar en el cielo nos es pre- ——ciso pasar por muchas tribulaciones: y Jesucristo nuestro Redentor va de- | lante de nosotros con su cruz, para enseñarnos con su ejemplo la necesi- dad de imitarle en el padecer, para - acompañarle despues en los gozos de ds la patria. Las penalidades de la cruz son el camino para el cielo: en él sólo ha de verse coronado el que aquí legí- ima y constantemente peleare; - puede decirse, que á esto somos precl- , Mi " n e

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