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e O blicando sus prodigios, bendicion, que recibian arrodillados como si fuese de un Angel veñido del cielo. E El mundo se esmeró en condecorarle con los más honrosos empleos. Los Su. mos Pontífices le nombraron repetidas veces-su legado: los emperadores, re- yes y soberanos de Europa lo enviaban recuentemente por su embajador álas córtes extranjeras; y su Religion le confirió las mayores prelacías, fiándole. su total direccion, y entregándose á sn más acertado gobierno. Apenas se ha- llará otro Santo, dice la historia de su admirable vida, que haya sido tan aplaudido de los hombres, ni recibido tantos inciensos, ni tan continuas ce= lebraciones. Pero, ¡oh prodigio de la gracia en crédito de la humildad de el san Lorenzo! Entre tan desmedidos ob- E sequios jamás se elevó su pensamien- cad. to con la más leve complacencia d li- A Po gera vanidad, porque ni perdia de vista. 7 lo que era en su qn ia estimaciony A concepto, ni olvidó los motivos más ASH poderosos de su profunda humillacion. > ¿Pero qué mucho se conservase abatido Er pe entre las prosperidades mundanas, A

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