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grandes, ni apetecido las que eran su- E ——perioresá mi condicion y estado. Siem- E pre he sentido y pensado humilde- mente de mí. (Salm. 130, v. 1.) os ¿EN E E. E E $ L. y “Considera, alma devota, la humildad | -——yerdaderamente profundísima de san. Lorenzo de Brindis, con que en me- 3 dio de las mayores alabanzas de los 5 ombres, de los más honrosos empleos 5] el mundo, y de los más señalados fa- > ——yores del cielo, supo siempre conser==. / —yvarse en el mayor abatimiento. Eran Pe -— frecuentísimos los aplausos que hacian ——ásu virtud no sólo la gente popular y menos advertida, sino tambien los grandes señores, príncipes y potenta- dos del siglo, los cardenales, obispos 78 y prelados eclesiásticos, con los Su- mos Pontífices que le trataron y cono- _cieron sus relevantes prendas. Las ciu- lo 4 9! s % Ñ A >. ADA dades más populosas se despoblaban : cuando llegaba ó hacia tránsito por ellas el Siervo de Dios, y en numerosas E tropas salian á recibirle con las mayo- Tes demostraciones de veneracion y £ de respeto: le aclamaban por santo pu= de añ

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