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A A mos permanecido fieles a Dios en el cumplimiento de sus mandamientos y justificaciones. La paz es aquí abajo la compañera inseparable del bien obrar, y-ablí arriba será lla secuela ¡de nuestra fidelidad al Dios de bondad. Esto fidelis usque ad mortem, et dabo tibi coronam vitae, En ese reinado dela paz, premio de la fidelidad, nos espera la fidelisima Señora, que tanto ,contri- buyó con sus ruegos e intervenciones al bienestar de la humanidad, y nos espera con el cetro en la mano, cetro de paz que ha de empuñar, como Reina gloriosísima, ante Dios, los ángeles y los hombres por toda la eternidad. Quiere recibirnos, saliendo 4 nuestro encuentro con aquel hermosisimo emblema en su mano, no para /aplicárnoslo; en señal de per- dón, como lo había hecho tantas veces en la tierra, sino para declararnos partícipes de su honor y de su'gloria, ya que con su asistencia nos:mantuvimos fieles y constantes .en la práctica de las virtudes. Quiere recibirnos, viniendo <a nuestro arribo con aquel preciosisimo símbolo .en su mano, ¡no para tocar con él nuestras 'frentes, en ¡señal de clemen- cia, como “acostumbraba hacerlo, cuando ¡bamos a la. presencia del Señor, cubiertos de asquerosas y repugnantes llagas, sino para darnos 'posesión ¡del trono, que Dios nos tiene preparado, ya que con su auxilio pudimos merecerlo. Recordémoslo bien y dispongámonos para la marcha-de este valle ¡de lá- grimas, donde tan eficaz nos ha:resultado la inter- vención de la Virgen María. Recordémoslo «bien y ordenemos con singular actividad todo cuanto «se requiere ¡para la celebración del triunfo, que vamos