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e llos, que osan denostar a los devotos de lá Madre de Dios; muy poco saben de historia aquellos otros, que tildan de supersticiosa a la Maestra de la ver- dad; muy poco tienen todos ellos de críticos impar- ciales. La devoción de los católicos para con la Vir- gen María no es de hoy o del pasado siglo, es de siempre, porque siempre fué la Promotora de la Paz y laesperanza del pecador. De ahí el que la Iglesia Romana nos haya dicho con S. Bernardo: De María numquam satis; que nos haya enseñado con S. Je- rónimo: Quidquid maledictionis infusum est per Hae- vam, totum abstulit benedictio Mariae; que haya puesto en nuestros labios la sentencia favorita de S. Agustín: Tu. es spes unica peccatorum;.y que nos invite todos. los días con el Serafín de Asís a subir al Cielo. por la escala blanca, en cuya cúspide apa- rece sentada nuestra Virgen Inmaculada. Y por si estas lecciones no fueran suficientes, repítenos in- cesantemente que todos los dones, auxilios y gra- cias celestiales han de wenirnos por conducto de nuestra amantísima Madre y dulcísima Señora, se- gún lo enseñaron y predicaron todos los Padres y Doctores, que inundaron los siglos con su saber y elocuencia. .Ac proinde, si quid boni; si quid. gra- tiae, si quid salutis, ab ea noverimus redundare. Esta verdad está al alcance de todos; como no se. cierren los ojos, el último .de los «escolares la comprenderá. ¿Cuándo se indignó Dios contra el hombre? Luego que el hombre ejecutó lo que el dia- blo le sugirió por boca de la serpiente. Y ¿cuándo depuso sus justas iras? Apenas entró. en escena la Irimtadora del pádtié de la mentira, ¿No llamamos
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