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sl IAE erisi naaa sdradida de dede da Ad ads 5 E 3 ñ É irtarád 18d 1d 1344 UA DI ERA ERAS RGR RISAS pas tan públicas y manifiestas? ¿Quién se resolve= ría a ponerse de su lado, careciendo de alegatos ta= vorables? ¡Los ángeles mismos retrocederían ante la magnitud de sus iniquidades! Por lo mismo, de- bemos hacernos cargo de que no son los santos ni los ángeles, los que toman la defensa del mundo en el tribunal del Juez eterno; nos ayudan, sí, y rue- gan por todos, pero dejando al. justo Juez en com- pleta libertad; sólo a la Virgen María es dado subir al- tribunal y cerrar con su eficacisima elocuencia los: libros, en que se hallan escrito los pecados de los hombres. Afirmólo así el devotísimo y cultísimo mariano, San Buenayentura, en su comentario so= bre el versículo tercero del. salmo ciento veintinue- ve. Exclama allí el. cantor inspirado, diciendo: Si iniquitatis: observaveris, Domine, Domine quis susti- nebit? A'lo que contesta nuestro Santo, declarando que la Virgen María, debido a la omnipotencia gra- ciosa, que recibió con la divina Maternidad. ¡Ah! ¡con cuánta razón la llamamos: Abogada nuestra! Todos los títulos y todas las advocaciones, con los que el mundo, implora su asistencia y demanda su protección, tienen un fundamento razonable y encajan maravillosamente en la corona de gloria, que: la Iglesia Católica le ha dedicado; pero 'Si bien Se considera, luego se echa de ver que son pocos, los: que tan primorosamente la embellezcan, como el que. viene ocupándonos. hoy; el de Abogada de la Paz. ¿No es horrible la ceguedad de.los/hombres en. sus extravíos? ¿No es desconcertante su vesania en dos. caminos de perdición? ¿No : es escandaloso elbímpetu, con que se lanzan. a la guerra contra Dios,.

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