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e Mc ción. Sin embargo, ni tuvo virtud alguna intrínseca, ni puede favorecer a nadie. Fué. un -simple signo, mudo enteramente, que recordaría a Dios su pro- mesa, conforme al texto sagrado, y tranquilizaría a los hombres en los días de borrascas y aguas to- rrenciales. Daba a todos la seguridad contra un nue- vo diluvio, mas no los: ponia a cubierto. de Jas iras divinas, si tornaban a las. abominaciones preceden- tes. Etnon erunt ultra.aquae diluvii ad delendam uni- versam carnem, dijo el Señor: a Noé, y el. tremendo cataclismo no ha vuelto a repetirse, no porque lo impidiera el .arco-iris, sino porque Dios así, lo había prometido; en cambio, los castigos particulares Su- cediéronse casi sin interrupción. Para que Dios quedara desarmado enteramente, requeríase otro arco-iris de mayor significación y muy superior en belleza y hermosura, no colocado en las nubes, como signo mudo, sino enviado a nuestra morada con toda suerte de poderes; y mien- tras ese arco soberano no, apareciera en. la tierra, el: Cielo seguiría tronando sobre las cabezas | de los criminales y la guerra continuaría con. ma- yor estruendo. Y ¿qué diferencia había entre pe- recer en el. fondo del abismo o sucumbir abrasa- do por las llamas? Urgía, por consiguiente la apa- rición- del «segundo arco-iris, cuya figura fué. el primero, urgía la presencia de la augustísima Vir- gen María. Cuando, transcurridos que hubieron los siglos de preparación, dejóse. ver en la tierra el poderoso Arco-Iris, que los amantes de la ley re- clamaban a voz; en grito, anhelosos de ventura y felicidad, todo: cambió de aspecto. El Cielo se de-

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