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"Mz. tiempos, aunque pasaran años y transcurrieran Si- glos; las emociones supremas perduran a través de los años y de los siglos. Mas ¡ay! que si bien ¡ba ascendiendo nuestra Aurora de Paz y dando un claro matiz a "cuanto: el pecado había sumido en den- sisimas' tinieblas, el día de la reparación se prolon- gaba, y las nuevas generaciones caían en el desalien- to, y la depravación cundía por todas partes, agra- vándose de día en día 'la triste situación de Ta Húmanidad. ¡Cuántas veces debieron resonar en las primitivas viviendas los ecos de la gran promesal ¡Cuántos consuelos debió levar “a sus moradores aquel felicísimo Nuncio de Paz, desde que Se puso ett ejectición la sentencia divina! ¿Quién no escucha lós clamores y exhórtaciones de Adán y de todos Jos grandes patriarcas? Sin embargo; nada bastó para contener el des- bdrdamiento de' las pasiones, excitadas por los éjemplós de perversión, que, por momentos, crecían y se múltiplicaban; así que, la inmensa mayoría de los hiomibres dejó de escuchar las dulces palabras del Nunció de Páz, que la Providencia del Dios de las inisericordias: les hiabia deparado. Triuntó el desen- ireno mortífero, como antes había triunfado el en- vidioso “Satán, y la tierra quedó cubierta de iniqui- dad; según ta expresión divina, contenida en el Sa- igtaido Libro; iniquidad que suscitó de nuevo las ifás del Omnipotente 'y “originó la catástrofe univer- sal. ¡Todo pecado tiene su correspondiente castigo! a

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