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DÍA OCTAVO (Oración preparatoria, pág. 7) Consideración.-/nmo/adón gratísima. «Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en su cuerpo que es la Iglesia>, escribe San Pablo (1 ). Es misión <le las almas santas colaborar con sus sufri– mientos al fruto de la Redención. Se afanaba gozosamente Beatriz en los preparativos para la gran fiesta, en que tanto ella como sus hijas se iban a vestir el cándido hábito de la Inmaculada y consagrarse a su servicio. Y con ser la profesión religiosJ un acto de tanto valor, que San Bernardino de Sena !a compara, por el efecto que produce, al santo Bautismo, no era ese género de inmolación el que jesús pedía a Beatriz. Estando una noche en oración, cinco días después de la solemne procesión de la Bula milagrosa de Inocencio VIII, se le apareció la Virgen Pu– rísima y le dijo: «Hija, de hoy a diez días has de ir conmigo; que no es nuestra volun– tad que goces acá en la tierra de esto que deseas». Beatriz, ante este anuncio que venía a tronchar sus más caras aspiraciones, ptllidece de súbito, y la parte inferior, como flaca, se resiste a beber ese cáliz, mas el (1) Colos., !, 24. 30

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