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DÍA. SÉPTIMO (Oración preparatoria, pág. 7) Consideración.-Lirio de la Inmaculada . «A tráenos, Virgen Inmaculada; en pos de ti correremos al olor de tus a$lradables perfu– mes>. Así canta la Iglesia en la fiesta de este misterio, azucenas y rosas, de la Inmacula– da. El instinto cristiano, guiado por el Espí– ritu Santo, se resistía a ver mancha alguna en la predestinada a ser Madre del Verbo Divino. Y mientras en las escuelas teológi– cas se exponían, y se impugnaban, y se de– fendían los argumentos en pro de la Concep– ción sin mancha de María, el pueblo fiel se adelantaba al fallo oficial de la Iglesia con fe inquebrantable, y celebrab<1 fiestas, y organizaba certámenes, y hacía juramentos inmaculistas y, llevado en alas de su entu– siasmo, ponía en bella poesía popular los mismos argumentos que aceradamente se esgrimían en las aulas. Así, transportado de júbilo, cantaba nuestro pueblo a María: «Tanto de gracia os llenó-El Señor con su poder,-Que la culpa 110 encontró-Vacío donde caber,-Y sin entrar se volvió.-Si os pudo Dios limpia hacer,-Ponemos falta en su amor-Diciendo: faltó el querer;-Quiso 27
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