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desde su infancia por un amor acendrado a le Purísima Concepción, inculcado en el hogar paterno por sus instructores los Franciscanos. Casada la Infanta Isabel de Portugal con Don Juan II de Castilla ,en 1447, vino Beatriz a la Corte Castellana como dama de la Reina. • Oriunda de Campo Mayor, villa front eriza de Portugal con España, era de la primera no– bleza y estaba emparentada con los Reyes de· Portugal y de Castilla. Por su noble linaje y relevantes cualidades, era el mayor encanto de Palacio. La hermosura de Beatriz se hizo pro– verbial, habiéndose podido escribir qnP pasaba por ser «la más bizarra y hermosa de España». Prendas tan encantadoras, au11que ella se es– orzaba por ocultarlas bajo el gracejo de inocen- _te verecundia, fueron piedra de escándalo para muchos , y hasta la misma Reina recel ó de la virtud ele su pariente. Beatriz, a imitación de las primeras vírgenes del cristianismo , gemía en su corazón y clamaba al Señor para que el sonrojo de la confusión no velara sus cándidas mejillas. No obstante su conducta intachable, en ella se cebó, ¡sello inequívoco de la predi– lección divina!, la viscosa calumnia de des– almados palaciegos. Pero el recato, la oración y el sacrificio le dieron la victoria. ÜRACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Oh Protectora celestial, gloriosa Beatriz, azucena fragante de María Inmaculada. que exhalaste durante toda tu vida el perfume más oloroso de virtudes y, en especial, de un amor acrisolado al misterio de la Purísima 10
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