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= 9 las montafias que ‘se levantan de él por la derecha , y sus lanzas y caballos por detrds. Pero era este el momento escogido por Dios, para cerrar de una vez con el orgulloso rey de Egipto. Léase lo que pas6 entre los amilanados Israe- litas, al -ver que venia sobre ellos tanta gente armada (1), y lo que decian con confianza de una victoria completa los egipcios (2), y se comprenderd cual era la naturaleza del peligro , que amenazaba 4 los primeros, y cudntas commas bilidades de victoria asistian 4 los segundos. » Dejemos 4 un lado las montafias, 6 mejor dicho, las horridas tierras compuestas de pefiascos sin un solo arbusto, las cuales atin duran, como un monumento que atestigua la verdad de la narracion de Moisés. El mar, que cortaba el paso4 los hijos de Israel, era profundo, lo suficiente para sepultar en sus aguas 4 diez tantos mas de gente que hubie- ra venido: hoy mismo estacionan, precisamente en ese -mismo paraje, los vapores de 8.000 toneladas que. salen para la India, sin tener necesidad de laalta marea para en- trar y salir. 4 Qué provecho traia, pues, 4 Moisés el. espe- rar, como dice Morgan, 4 que bajase. la marea, para que durante su perfodo pasase el pueblo? Ademds , la marea no hace mas que dejar descubiertas unas ciento cincuenta va- ras por cada una de las riberas del mar , sin senarapat * més el’centro. _ Mucho puede escribirse sobre sats joenlo:; ‘despues a haber examinado el Sitio. El hombre que cree, al recorrer las playas delmar Rojo, se queda absorto,al contemplar la division de sus aguas, y no puede hacer otra cosa sino re- correr las sublimes estrofas del himno de gloria, con que resonaron las playas opuestas, despues de cerradas las aguas , cuyos remolinos envolvieron 4 Faraon y su ejército. Tendra el mar en el paraje por donde fué dividido, unas tres millasde ancho, siendo su profundidad bastante en (1) Bwod. cap. XIV. v. 44. 12. (2) Tota, ve 3:

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