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apotlh cise Pero no puedo ménos de hablar de ese vestido deslum-. brador, que Marfa trae al venir al mundo, porque estan en- cerradas en ese manto refulgente , manto de todas las es- peranzas del linage humano, la elevacion de las ciencias, la dicha del mundo, y las verdaderas grandezas de la civili- zacion , las que hemos visto , algunas de las que vemos, y muchas de las que verdn las generaciones venideras. Es el sol, quien forma el manto de la Virgen, y ese sol significa al sol de justicia’, que nos visitaria de lo alto, naciendo en carne mortal de la Virgen Maria: ella lo vestiria 4 él de carne mortal: él la vestiria 4 ella con sus propios res- plandores, habitando en su castfsimo seno: y tan pronto como se cumpliese ese gran pcrtento, daria principio’ la segunda edad de oro, pues todos sabemos, que esta edad de oro era esperada de los hombres. De ese Niiio divino, de esa Madre venturosa y de esa edad nueya de oro hablaban los poetas antiguos , conserva- dores, sin tener acto reflejo de ello, de las tradiciones que formaban el consuelo de los hombres y la esperanza de los siglos, no obstante que esos mismos poetas no conocian el sentido de lo que anunciaban, y aun lo anunciaban envuelto | entre fabulas , y quizds arropado entre mantos y repliegues de adulaciones cortesanas. Plazca oir lo que cantabael poeta — romano, aplicando por adulacion 4 un emperador, loque iba 4 suceder en vida del mismo, 4 quien quemaba el incienso de la vana lisonja. Referia el vate lo que habia dicho la Si- bila Cuméa, quien dividié el mundo en cinco edades, la de oro, la de plata, lade cobrey la de tierra, concluyendo con a nueva edad de oro, en la cual el iaiisde serfa reno- yado. Decia asf en su Egloga cuarta, hablando’ a una ma- trona romana, llamada Lucina. El tiempo viene, y pronto ha de llegar, (Que vera la postrera edad de la Cuméa, Y las leyes nuevas, que en él han de imperar. Torna Saturno al mundo, y la virginal Astréa, Y baja del cielo el Nifio , que lo ha de renoyar.