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ail OB iz las (4): y cuando él creia que la iba 4 ahogar, inundando el _ monte donde estaba , ella se elevé : y volando con rapidez, _ cay6 sobre el mismo dragon, exhausto y desfallecido por ~ sus furiosos esfuerzos. Enténces la mds noble y herdica de los atletas puso el pié sobre su cerviz, y la sujeté, y se la estrellé, consiguiendo sobre él la mds sefialada victoria. En vano extiende el dragon sus zarpas de hierro, y clava su cauda contra una dura roca, para saltar hasta las nubes y estrellar 4 quien lo oprime, pues el pié virginal es para él una mole tan grande como el firmamento: en vano da con su cauda inmensa chasquidos, que retumban por todos los collados y hacen que tiemble el orbe, pues _ la Virgen sujeta su cabeza contra la tierra, como si la ful- gurante lanza del Todopoderoso lo tuviera clavado en ella. _ En vano levanta un poco su hocico el horrendo Leviatan, y sigue vomitando el virus atosigador , para ver si puede en- venenar el calcafiar que le oprime. Tiempo perdido! La ponzojia cae sobre el verde césped, en que esta enclavada 1a sierpe. Entre tanto, un estruendo horrfsono se siente en la — montaiia: un crater se abre de nuevo, que llega hasta las regiones tartéreas: la Virgen oprime vigorosa al dragon, y lo precipita en él, y ella vuela al lugar que Dios la tenia preparado , donde estd protegida de la vista de la serpien- te (2). El cielo y la tierra dan gracias al Altisimo, por haber ostentado la fuerza de su brazo, hiriendo 4 la bestia que habia empapado la tierra en el veneno de la corrupcion (3), y por haber enviado al mundo la gran Muger, que con 6u parto virginal abria la era de oro, suspirada por las. aes neraciones i cuarenta centurias. (4) Apoc. cap. XII. v. 14. (2) Apoc. cap. XII. v. 14. (8) Apoc, cap. XII. v. 40.
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