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VELADA II. Ewrustasmapar sobremanera quedé la concurrencia, al oir cuanto pronuncié el tiltimo orador, como lo demostra- ron los aplausos con que Io saludé al concluir, y las voces con que victoreé 41a Virgen y 4 Espaiia catdlica. Sin em- bargo, no pudieron tomar la palabra otros oradores por ser hora bastante avanzada. Deseaban estos hablar sobre la Virgen, por ser aquel dia consagrado 4 su memoria: pero lo que no pudo tener lugar en su dia, lo tuvo en la siguien- te Velada, en la cual tuvo lugar la magnifica relacion que , referiremos ahora. . ~ La gran Seiioray el Leviatan del averno. Sencillos, pero magniflocuos, dijo el orador, estuvie- ron los académicos que en la anterior reunion refirieron * los encantadores idilios que trae la historia sagrada, y pa- — ~ recfame que estaba oyendo 4 Virgilio; convertido al cris- tianismo. Pero al venir 4 mi mente el poeta romano, me asalté una idea, y fué el pensar que éste canté las hazafias de Marte , despues de haber descrito las escenas pastoriles, las faenas del labrador y las delicias de la vida solitaria , y que yo debia hacer otro tanto respecto de la’ Virgen Maria, que es la Reina de todos los héroes santos. Voy, por lo tanto, 4 hablar de grandes combates, de combates de los dioses , y ruego que se me permita esta expresion : llamo dioses 4 las criaturas racionales, que so-