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rablemente S. Pablo, sabemos que el ¢dolo es nada en el mundo (1). Entre tanto Dios no prohibié las esculturas que repre- sentasen su gloria y majestad , como lo vemos por el pro- piciatorio, el arca y los querubines del taberndculo de Moisés, desde donde Dios daba sus respuestas: para lo cual El mismo inspiré ciencia y sabiduria 4 Ooliab y Bese- leel, y mas adelante al sapientfsimo y enténces piadosf- simo rey Salomon, quien fabricé dos querubines colosales, que extendian sus alas y llegaban con ellas de una 4 otra pa- red paralela del Santfsimo del templo (2). Prohibié Dios, por tanto, que se hiciesen imagenes y esculturas de los dioses falsos de los gentiles , cuales eran las del sol, la luna, las estrellas, los féunos, los sdtiros ; las eafinges , las’ serpien- tes, los cradruipedos, los reptiles y los monstruos ‘marinos 6 terrestres, con otros mil séres caprichosos, inventados por la ignorancia supersticiosa; y esa prohibicion es de la ley natural, ademds de la escrita, y durard para siem- pre. Todo lo que’sea esculpir fdolos ,,adorarlos y rendirles culto ;es contrario 4 la gloria de Dios, es malo por su pro- pia naturaleza, y por eae std prohibido por dere- cho natural. Pero, no por eso hems de decir, que toda imagen fué prohibida por Dios. La imagen de Dios, del Dios verdadero, no es un dios ageno, no es un fdolo, ni el culto de esa. imdgen es el culto de otro dios, sino del mismo Dios, pues como dicen S. Basilio y S. Juan Damasceno, el culto que se da 4 una imagen, se refiere al prototipo. Dos cosas nota- bilfsimas encontramos en las santas Escrituras: una, que Dios se atribuye 4 si mismo en sus operaciones los miem- bros que tiene el hombre, cuales son oido , manos, brazos, piés y los demas: segunda, que Dios aparecié en la figu- ra humana 4 Abrahan, 4 Moisés, 4 Isafas, 4 Ezequiel, 4 Daniel y otros profetas. 4 Sera por 1 tanto idolatria el pin- (4) 4.,Cor. cap. VII. v. 4. (2) 8. Reg. cap, VI. v. 27. ¢ me : ‘s t

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