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a ent Se el décimo sexto? gQuién , de la barbara esclavitud & su Ca- _ beza visible en los primeros aiios de este siglo? Cristo, y nadie mas. »El dijo 4 sus Apdstoles en su tiltima cena: No temais, que yo he venido al mundo (1): El les dijo al despedirse de ellos para subir al cielo: Mirad que yo esloy con voso- tros todos los dias hasta la consumacion de los siglos (2); y con eso dijo cuanto tenia que decir, para que supiésemos que corria de su cuenta la defensa de su Iglesia, y la asis- tencia perenne 4 su Vicario, y 4los obispos congregados con él, para que jamds errasen en la ensefianza de la fe y de la moral. »Porlo dems, Sinieianes siempre presente aquellas pala- bras sublimes del'Santo Arzobispo Tomas, martirizado por defender la verdad, las mismas que dijo 4 los que querian defender la Iglesia con la fuerza: Detenéos , que la Iglesia de Dios no se defiende como los reales de un ejército (3).» _ Todo eso lo creo yo, dije segun fbamos andando, por- que aquellas palabras de Cristo, que dice, que los poderes del infierno no han de prevalecer contra la piedra en que fundé su Iglesia, son el baluarte de mi fe y de mi esperan- za; y la tengo muy firme de que esa bandera, que bien in- merecidamente lleva en su campo blanco una craz, hade . huir de Roma cubierta del oprobio de sus iniquidades, y ha de volver 4 sus antiguas guaridas, huyendo' del oprobio de una derrota general, de Jacual no se levantard jamds. Pio IX triunfard, y yo no lo dudo, haya 6 no haya cruzadas: pero , xy la pobre y desventurada Espafia? 4Saldré acaso de ese estado de postracion y envilecimiento, en que la ha puesto la oligarquia atea’ del racionalismo? He ahi lo que yo quisiera que os digndseis decirme, ahora 6 despues, cuan- do estemos ya en mi propia morada, donde espero que to- maréis cena y reposo en la ya inminente noche. (1) Joan. cap. XVI. v. 33. (2) Mat. cap, XXVIII. v. 20. — (3) Nota al fin de esta Velada.
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