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— Pelayo. El es nuestro padre, y todos ios catdlicos somos sus hijos, y no permitiré que, por mandarlo él, se rompa ninguno, ni una ufia de un dedo. »Ademés, bien sabe el Papa que su causa es de Dios, y que es facil 4 Dios mover el ¢orazon, sise ofrece , del mis- mo sultan de Constantinopla, 6 del autécrata de las Rusias, para que vengan 4 librarlo de la esclavitud, en que Jo han puesto los apéstatas de la fe cristiana. Pero y 4 por qué no os levantais vosotros? Levantense en Espaiia veinte mil, en Francia cincuenta mil, en Bélgica quince mil, y asf en otros reinos, y marchen todos unidos 4 atacar 4 los enemi- gos dela Santa Sede, yes seguro que el Padre Santo roga-. ré 4 Dios por ellos, y los peers por su celo santo -y_ herédico. ‘ »Por lo demas, bien 86 yo que se proyecta fenthat una confederacion , llamada catélica, conel fin de defender la religion’, y acudir 4 donde quiera que sea violada la misma religion y la familia, si se presenta la circunstancia de la _ defensa leg{tima. Tatbien sé, que esa nueva cruzada quie- re prescindir de toda politica, no tomando parte en ninguna. Algunas consideraciones habria que hacer sobre ese par- ticular , las mismas que haré brevemente. » El aeaatis los cruzados 4 cualquier parte onda la reli- gion sea violada, es una proposicion muy vaga, pues es ne- cesario saber dntes con qué derecho se empuiian las ar- mas. Los principes tienen el deber de defender la religion en sus dominios, y de rechazar toda invasion violenta de infieles 6 herejes, y el de castigar 4 los que la violen pi- blicamente. Los particulares no pete hacer eso por pro- pia autoridad. ti »Demos caso, que esos cruzados vayan 4 icles armada con ese objeto dentro de los limites del reino, donde vi- ven: es seguro, que no pueden hacerlo sin autorizacion del principe, pues de lo contrario, ellos. constituirian un estado dentro de otro. Demos caso, que suceda el atentado de violacion en reino extraio ; y enténces, ademas de la

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