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a Sg ES a ec — algo, hemos de secundar la naturaleza del bien, de la cual los sabios afirman, que es difusiva de sf misma. Yo, aunque no sea més que por la experiencia, he aprendido algo, y tendré una satisfaccion no pequeiia en participdroslo.» Df las gracias por el distinguido favor, y le dije asf: Pre- cisamente he leido en estos dias la historia de las Cruzadas, asombréndome de ver el fervor y la piedad herdica de aquellos tiempos, y desearia verlos resucitados para confu- sion de muchos que , sin saber lo que dicen, 4 mi parecer, los llaman de ignorancia y de oscurantismo. Tambien os diré que, como yo frecuento mucho las sociedades de ca- télicos, que ahora se han formado en Madrid y en provin- cias, he oido decir muchas veces en ellas , que era preciso renovar la epopeya de los cruzados, y marchar 4 Italia 4 pelear hasta morir contra los sarracenos del Piamonte, para librar 4 Pio IX. de su cautiverio: pero estamos espe- rando4 que e! mismo Padre Santo publique una Cruzada, 6 apruebe un gran proyecto de federacion catdlica, que se estd madurando y se propala entre los fieles: aNo Os pare- _ ce que hacemos bien? — «Yo os explicaré ahora lo que puede haber en ese parti- cular, dandoos algunas reglas, segun mi corto entender, pero hablando con toda claridad. Il. »En vano esperais lo primero, me contestdé , pues el Pa- dre Santo es rey de paz; bien sabeis que mando 4 sus sol- dados que defendiesen sus Estados y su ciudad santa; pero estos soldados eran stibditos suyos en el érden espiritual yen el temporal, y tenian el deber de defenderlo, y de morir por su rey: mas, respecto de los demds, que son sus stibditos espirituales , sabido es que el Papa no les dira que se levanten en armas: bastante ha dicho con haber manifestado ptiblicamente , que esperaba que no se habian acabado los sentimientos y el heroismo de los tiempos de
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