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VELADA XXI. Fin del sermon de Toloio , y desaparicion del desconocido. Parzce, sefiores , dijo el orador al empezar, que llamé la atencion de mi compafiero de excursion el nuevo espec- taculo que se presenté 4 su vista. Ni podia ménos de suce- der asf: porque habfamos llegado al fin de la meseta y em- pezibamos 4 darla vuelta por la parte del Nordeste , donde todo cambia de repente, cielo, tierra y vegetacion. Las vertientes de la montaiia por la parte opuesta 4 la _ de Rioja, ménos risueiias por el color verde oscuro de sus vegetales , forman un conjunto de belleza magestuosa , pues se destacan de entre amenos valles, cerros y colinas cu- biertas de un verdor perenne, viéndose 4 lo léjos las cres- tas de los montes, agudas unas, obtusas y achatadas otras, __y revestidas todas de un arbolado corpulento y apifiado. El viajero no puede ménos de detener sus pasos al aso- marse 4 este balcon, y los dos en, efecto, nos quedamos. mi- réndolo : prados amenos, 4 los cuales protegen de los fmpe- tus del aquilon los collados que los rodean ; derrames ves- tidos de corpulentos robles, de verdosas hayas, y de. enebros melancdélicos: espesuras de jarales variadas de vez en cuando con grupos de bojes : tapices de céspedes , donde avin campeaban algunas flores solitarias, era lo que yeia- mos 4 lo léjos, de cerca y bajo nuestras plantas, y entre las