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i SIND ee de Pelayo? 4Qué se ha hecho de aquellos que , hace sesenta afios, sé levantaron como leones para rechazar 4 Napoleon y sus huestes aguerridas? — »Todo espafiol ha de tener presente, que si los astu- rianos 'y aragoneses se levantaron casi 4 la yez para atacar al agareno, no fué precisamente para sacudir el yugo africano, sino porque prendié en sus corazones el fuego santo de la fe cristiana. Vieron que el mahometa- no destruia los templos y los monasterios, quemaba los cuerpos de los santos, profanaba las reliquias, y arro- jaba de sus nidos 4 las palomas de Cristo, y mataba obis- pos y sacerdotes , y levantaron todos el grito, diciendo con los Macabeos : peleemos por nuestras almas, por nuestras leyes, por nuestras cosas santas (1); y como lo dijeron, as{.lo hicieron. Los Macabeos peleando contra los griegos profanadores del templo de Jerusalen , son los hombres que la historia presenta como ‘mds ‘parecidos 4 los espaiioles, que combatieron, desde el siglo ‘sétimo en adelante , contra los hijos del Islam. »Y 408 parece acaso , que los espaiioles hubieran sido tan herdicos y valerosos contra las Aguilas napolednicas, si no hubieran profesado la unidad catélica? Observad lo que pas6 en otras naciones que no tenian esa unidad, 6 que la habian debilitado por haber introducido safocuian impfas, inspiradas por los fildsofos de Francia que lo habian infi- cionado todo. Franqueé el ejército invasor sus fronteras, dié una batalla, la gané, y esto basté para que el tirano de Europa metiese en su morral de soldado las coronas de re- yes, que recogié en el campo de batalla. Pero le suce- dié muy al contrario en Espaiia, donde entraron sus ejér- citos con fraudulencia, tomaron sus fortalezas con ar- dides de traicion , donde engaiié el caudillo de la fortuna 4 sus reyes, haciéndose duefio de un trono, por haber apri- sionado & sus monarcas , y de un gran pueblo, por haberlo seducido. (i) 4.° Macab. cap. Il, v. 24. a hatithadl eanei
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