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— 364-— para mirar por tiltima vez al santuario arruinado. Hizolo levantando en seguida sus ojos al cielo, y rezando en voz baja una corta oracion , no sin que brotaran de sus ojos dos lagrimas como dos yorlas ; que cayeron por sus mejillas, de- jando 4 su paso impreso un hilo de humedad. Echamos, _pues , 4 andar con paso lento, y el amigo, pues por tal em- pezaba4 tenerlo, aunque ignoraba su nombre, su patria y su profesion, empez6é 4 hablar del modo siguiente : « Cierto es lo que acabais de decirme: la Espafia es la na- cion mas catdlica del orbe, y lo que se ve hoy dia en ella, es la prueba mas indudable que pueda presentarse. Ese clero verdaderamente herdico, casi puede llamarse un ejército de mértires, pues prefiere morirse de hambre, dntes que contaminarse con un juramento infcuo, por el cual la revo- lucion quiere que jure en el nombre de: Dios la observancia de una Constitucion atea, que ultraja el nombre mismo de Dios, y eer —__on se —_ atacar la fe ver dadera. PARE Y » Ni es ménos glorioso para la religion ese éatbbotactle’ de fortaleza invicta de los sucesores de los Apéstoles , que und nimes en la misma sentencia y en la misma doctrina, dicen cada dia 4 un poder apoyado en la fuerza y en la revolucion, que no pueden obedecerle en lo que manda contra Dios, contra la fe y la disciplina de la Iglesia; que teclaman con valor apostélico contra decretos perturbadores de las con- -ciencias, envilecedores de la dignidad de la Iglesia, atenta- dores contra la santidad de los sacramentos, estigmatizado- res indignos del honor de la esposa ¢atdlica ,subversores de los principios de justicia, y enemigos’ declarados de Jesu- cristo, de su Vicario, de los Obispos, del Clero, de la Igle- sia, de la piedad de los fieles, y del érden religioso y social, establecido por Dios y por su Hijo hecho hombre. »Otro tanto tambien hay que decir de esas heroinas del