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—314— dividuos del linaje humano, que jamds haga 4 otro, lo que no quisiera que le hiciesen 4 61 mismo. Considérese qué gra- do tan alto de civilizacion tendria la sociedad, si se obser- vase en su seno todo lo que este precepto de la ley natural encierra. Es precisamente ese axioma el compendio de lo que prescribe la virtud de la justicia, que consiste en dar 4 cada uno lo que es suyo. Aquellas palabras altfsimas de Je- sucristo : Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César (1): y aquellas otras : Todos vosotros sois her- manos, y teneis un mismo Padre, que estd en los cie- los (2): y las otras : Amaos los unos é los otros, como yo os he amado (3); no sonsino el desenvolvimiento de los dos ?p tos, en los cuales esté encerrado cuanto esta escri- to en la Ley y en los Profetas. »Considera , repito , 4 qué grado de sialliaadan faitaes llegado el linage humano , Si se observasen aquellos dos prin- cipios de la razon natural , explicados por Dios sobre las al- turas del Sinaf, y ‘despues, con la mds dmplia extension, por su Hijo en Jerusalen y en toda la Palestina, y derrama- dos por la predicacion de los Apéstoles y sus sucesores por. todo el imperio romano y por todo el orbe. Creedlo: si en este valle de lagrimas, donde nos encontramos ahora, se cum- pliese lo que Cristo enseiié , 4un en medio de no haber en él sino espinas y abrojos, todaviaserfa, en el 6rden moral, un _ trasunto, aunque ligero, del paratso. »j Ah! {Qué espectéculo tan encantador para los hom- bres, y tan amable para. Dios :y para los angeles, serfa el de ver que todos los moradores de la tierra diesen 4 Dios lo que le pertenece, 4 la autoridadlo que es suyo, y 4 todos sus se- mejantes lo que es de su derecho! Seria esto la ilustracion derramada en la tierra, como se derraman las hebras de la luz en su superficie, y como el rocfo suave de la alborada, que da fecundidad y hermosura 4 las flores; serfa‘la civili- (1) Mat, cap, XXII. v. 24. (2) Mat. cap. XXII. v. 8 (3) Jo. cap. XIII. v. 34, iced