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I. Bl estudio de la histori. Desde mis afios juveniles , dijo al orador, he tenido una verdadera pasion por aprender la historia de los pueblos: porque me ensefiaron mis ‘maestros, que este estudio es un libro siempre abierto, para ir imbuyéndose en las maéximas de aquella filosoffa sublime , que nos ensefia 4 dirigir nues- tras. acciones , modeldndolas en las de aquellos hombres, que en cada época han adquirido fama de sabios , de pru- dentes , de probos y dejustos. La historia de la humanidad presenta un horizonte in- menso , y los que la Jeen, sacando de ella mucha, poca 6 ninguna filosofia, pueden compararse 4 esas turbas de via- - que se aglomeran hoy dia en los coches ferro-carrile- ros, y atraviesan en un dia un reino entero, pasando por si- tios, amenos como unjardin, y despues por arenales dridos y desiertos , 6 por parajes pefiascosos. De estos viajeros , unos registran con avidez el terreno. por donde pasan, exami- nando su agricultura, sus sembrados, sus canales de riego, sus plantfos, sus bosques, sus selvas, sus florestas, su ga- naderia , sus rios , sus puentes y cuanto demuestra el ade- Janto del pueblo: pero otros pasan por todo ese conjunto de bellezas naturales , 6 formadas por la industria humana, no cautivando su atencion ni la imponente grandeza del monte que levanta su cresta altiva hasta las nubes, ni el valle encantador, ni-el cerro pintoresco. Salen estos viaje- ros por la mafiana sabiendo poco, y despues de un viaje di- — latado de todo un dia, entran por la noche en su albergue, sin haber aprendido ninguna de tantas lecciones , como les ha presentado por todas partes el espacio, que han re- corrido. Vuelvo, pues, 4 decir que, llevado siempre por la pa- sion de estudiar la historia , no la dejo de la mano, ni dun