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- Otras muchas cosas dijo el buen cura, exhortandonos 4 todos 4 que fuésemos sumisos, obedeciendo al gobierno en cuanto ordenaba para el bien del pueblo, y no resistiendo * con violencia 4 nada de lo que mandase, aunque fuese in- justo, pero estando prontos 4 morir , Antes que obedecer 4 lo que mandase contra Dios y contra la Iglesia; pues asf, dijo, lo han hecho los cristianos, y oot s oe en el cielo tantos millares de martires. Mucho me gusté la sencillez del opens: yo ru- miaba, mas que todo, aquello'de qué no hay nada nuevo dabajo sch sol : y com esta ides, coneluida la Misa, me ful 4 casa. | ¢ Al poco de one en ella, iiediteaio siempre en el final un proyecto de reforma déIglesia, y de formacion de una nacional espaiiola. Habia varios articulos orgdnicos, firma- - dos por algunos sacerdotes , cuyos nombres habian ya me- tido bastante ruido, por desobedecer 4 los ‘obispos los que los evaban, y por haber predicado doctrinas’ errdneas, malsonantes y hereticales.. Empecé 4 leer los dichos ar- ticulos, y el primero decia asf: Abolicion del celibato en la nueva Iglesia de Cristo. Al momento dije: hete aqui 4 mi buen cura: ese sabe bien las cosas :nada de nuevo debajo del sol , y me lo prueba bien el primer artfeulo de ret cmt ma de la Iglesia, intentada por clérigos apdéstatas, ' Recordé enténces la historia, y me vino 4 la ‘nice dicho del célebre Erasmo de Roterdan , que decia, que to- das las reformas de los frailes y curas apéstatas de su tiem- po eran como los entremeses, que concluyen en casamien- tos. Triste es el decirlo: pero, cuando los hechos son cons- tantes'y uniformes en la misma clase de hombres y en todas las épocas, hay que confesar’ que esos hechos sefia- del sermon, me puse 4 leer un periddico, que habia legado — de la capital, y en las primeras columnas me encontrécon _ 2 eae arate

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