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oS de sumision se deduce que estén muy pecan “4 la here- gia y al cisma. Y hay que decir, que el pueblo no se equivoca; yssi no, véase lo que esté pasando ahora ‘mismo en Bavie- ra con el canénigo Deelinger y sus secuaces. Se presen- taron hace dos afios como catédlicos liberales, que se empefiaban en que el Papa habia de hacer alianza con el liberalismo; con el liberalismo, que destruye la -reli- gion y las costumbres, con la libertad de pensamiento y de accion, que concede 4 los pueblos; ‘que quiere tener "una. Iglesia , 4 la cual no deje obrar sino en el cfreulo que él la sefiale; que no permite que el Vicario de Cristo publique Bulas, ni se lean estas en los reinos, si ellos no dan permi- so para ello; que no deja en pié establecimientos de pie- dad; que no permite que los obispos ejerzan su ministe- Fiche y castiga 4 los sacerdotes que no obedecen 4 sus caprichos. Pues bien: el Papa no ha podido, ni podra jamds ac- ceder a las exigencias que esos catdlico-liberales preten- dian : y hélos ahf, que ahora han formado la secta llamada de catélicos afiejos , siendo asi, que ya son herejes que nie- gan los dogmas de la Iglesia. Catdlicos anvejos se llaman esos que dntes se llamaban catélico-liberales; y tan afiejos son, que son frutas pasadas, pasadas del campo de: la ver- ~ dad al de la herejia. No hablo, pues, de los legitimistas , que son el polo. ér- tico de los catdlico-liberales, 4 quienes podemos llamar el polo antartico en las ideas polfticas y religiosas: hablo de _ losotros partidos, 4 cuyos hombres he preguntado, cual era su fe religiosa. Su respuesta me ha llamado profundamente la atencion: el uno me decia , yo soy constitucional; otro, - monarquico democratico; otro, progresista; otro, radical; otro , ultraradical ; otro , republicano; otro, fronterizo; otro, cimbrio; otro, soberanta nacional; ‘otro, federalismo. A -eada uno de'estos'preguntaba yo, cudl era su fe religiosa, y al llegar 4 esa pregunta, salia de todos una misma'res

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