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— 2. hombre de fin recto en sus obras, lo que es la grandeza ab- soluta y verdadera; y donde esta la perfeccion absoluta, se suponen las relativas. Muy facil es deducir de aqui, que la verdadera grandeza de un mortal se ha de buscar en el horizonte de la caridad, porque este horizonte es inmenso, y es, por decirlo asf, e] horizonte donde Dios vive; es el mismo Dios, como lo afir- ma el que dijo: Dios es caridad (1). La caridad en su sen- tido teoldgico no es tan solo esa virtud, que tiene por ob- jeto el hacer bien 4 sus semejantes, y extender su compa- sion hacia todo desgraciado; ni esa virtud, que impulsa al hombre 4 dar parte de lo que tiene, para que 6 en templos, 6 en casas de asilo , se emplee para dar culto 4 Dios, 6 ali- viar al indigente, sino muy especialmente es aquella virtud ' que hace al hombre amigo de Dios, y lo tiene unido 4 4] con los lazos mds dulces. En cualquiera de estas acepciones, Ja vir tnd de la cari- dad hace grande al que la tiene; pues.en una y en otra acepcion, el hombre se asemeja 4 Dios, y lo imita cuanto puede imitar la criatura al Criador. Pero , désenos un hom- bre. que esté unido 4 Dios con el yinculo de amor perfecto, y que al mismo tiempo, arda en deseos hasta de morir ana- ‘tematizado de los hombres, por tal de que se salven sus hermanos, como sucedia 4 San Pablo; que se haga todo para todos, y se dé todo él 4 sus semejantes; este hombre serd grande en grado sublime, porque copia en si, con los rasgos mds expresivos, las acciones y las virtudes de Dios, Y es de advertir, que el trasunto de la vida de Dios es tan perfecto como puede ser ; porque el hombre copia 4 Dios en si. de dos modos, en el pensamiento y en laaccion, en el deseo y en la obra, en el amor por fin, y en la expresion del mismo amor. En los vuelos que demos en.la contem- placion de Dios, y en el conocimiento de sus operaciones, dos cosas podemos investigar con toda certeza, de las cua- (4). 4." Joan. cap. TV. v. 8. — | |
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