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a riendo en todas partes muchas riquezas, se situd por fin en la tierra de Canaan ; acompaiidbale siempre su sobrino Lot, enriquecido tambien mucho por estar 4 su lado, y unoy otro tenian por ocupacion el cuidado de sus innumerables ganados. ~ ; 3 Bella, risuefia y feraz era toda la tierra de Canaan: pero nada era comparable 4 un valle delicios{simo , donde habia cinco ciudades, pues parecia como una especie de paraiso: un césped siempre verde y matizado de mil flores cubria sus prados: coronaban sus oteros mil y mil arboles frutales, cuyos ramages parecian dorados y esmaltados por los colores-de las frutas en sazon: mieses abundantes da- ban dlos campos una animacion que alegraba el ojo siem- pre insaciable del labrador: verdes pampanos poblaban las laderas , arropando con sus hojas los racimos de oro rivales de los de Engad{ y del Saron: fuentes cristalinas brotaban por todas partes entre blancas piedras, y se deslizaban sus aguas con placido murmullo, bajando al valle y sefialando su marcha con las azucenas y clavellinas que rodeaban sus bordes: las avecillas, 4 miles, modulaban sus dulcfsimos trinos saludando al naciente sol, cuando asomaba sus in- mensas hebras de luz por las blancas crestas del Lfbano, y cuando iba 4 zambullirse entre las ondas salobres del gran mar. _ Allf vivia Abrahan en su tienda patriarcal, pensando sin cesar en las promesas que habia oido de los ldbios del Altisimo: salia de vez en cuando 4 la puerta, 4 ver si sus pastores dirigian los rebafios 4 pastos saludables: y al ver los cerros y los llanos cubiertos de miles de vellones, blan- cos como el ampo de la nieve, levantaba los ojos al cielo y lo bendecia por sus misericordias. Pero en medio de tanta felicidad sobrevino un momento de afliccion: los pastores de su sobrino Lot rifieron con los suyos, y el venerable anciano determiné separar sus rebafios de los de su alle- ~ gado, aunque tuviese que hacer el sacrificio de abandonar el parage delicioso, fértil y risuefio como un vergel. Asif lo