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instante de la existencia de la Virgen , concebida pura y sin haber incurrido en la mancha del reato universal. Un va- cfo se habia notado en esa plenitud de gozo que inundaba los corazones. El templado bronce del guerrero no habia dado uno solo de esos ecos, sonoros como el trueno, que re- corren, multiplicdndose, las sierras , los collados y las hon- donadas , llevando la alegria 4 los empinados alcdzares y 4 los humildes tugurios. Silencioso el estruendo de la artille- ria, callaron también al mismo tiempo que ellos los meta- les sagrados que decoran las solemnidades: i ndo un silencio tan profundo, el noble pendon que se— pased con ‘gloria por las Navas y el Salado, y onded majestuoso y" victorioso en el golfo de Corinto, no se atreviéd 4 subir por las astas enhiestas de los palacios y las fortalezas, - queddndose plegadoé inmoble, como si hubiese entre sus leones y castillos algun peso que no le dejase subir y on- dear por los vientos. _ Despues que Febo recogié las madejas de su luminosa cabellera detrdés de las altas sierras, y el cielo azulado tomé las tintas de la tarde, el htimedo Manzanares despi- did nieblas ligeras, que extendiéndose cual ténues gasas en el horizonte, dejaban entrever de vez en cuando las es- trellas, y mitigaban las durezas del aquilon. Era ya entra- dala noche, y segun la costumbre antigua de la villa del oso y del madrofio, iban y venian gentes en todas direccio- nes, quién dirigiéndose al teatro, quién 4 su tertulia , quién 4 su hogar doméstico. ‘Entre tantos como se movian, habia muchos que dirigian su ligero paso hacia un punto sefiala- do, donde en aquella misma noche se celebraba una gran reunion, para solemnizar el dia raismorable que acababa de espirar. Eran hombres Ilenos de juventud y de entusiasmo, que llevaban su imaginacion bullendo en ideas. religiosas y en pensamientos de nobleza é hidalguia, para derramar sus . conceptos con grandilocuencia en presencia de un piblico, dvido de oir cosas grandes y sublimes sobre la religion: , 2