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=112 — hasta que no vea rr Dios cara 4 cara en el cielo; mas, para comprender los misterios, no tiene aptitud ni potencia obe- ‘diencial , aunque Dios le dé todas las gracias posibles : esta negado de esa potencia, porque para comprender 4 Dios, para comprender las verdades reveladas , es necesario ser Dios; y no habiendo sino un solo Dios , solo Dios se com- prénde 4 sf mismo. Estas son las reglas que han seguido todos fos que, 4 ejemplo del santo obispo de Hipona, han examinado la na- _ turaleza de Dios y los misterios de la religion. Dirémos de paso, que el mundo est Ileno de losescritos de estos sabios eminentes, sin que hayan dicho jamds una frase errénea en religion, 6 sin que no hayan puesto el correcti- — vo de sujecion 4 la autoridad de la Iglesia , reconociéndose hombres expuestos 4 errar, en materias sobre todo, que ataiien 4 los misterios divinos. Dirfamos mucho sobre este asunto, sino nos algjéramos demaate on pbiate EC pal de que nos ocupamos. Nhora. tenemos que dectr, que ida ‘aidotie de 4a inete dulidad han seguido una marcha opuesta enteramente 4 esta, unciéndose en cierto modo ellos mismos al carro del error , y llevando de reata en pos de sus nuevos sistemas 4 una gran parte de hombres, como lo demuestran las opinio-— nes errdneas, que han ido adoptandose en la explicacion de las sagradas paginas : continuando el exémen del gran suceso qué nos ocupa, del paso delos Israelitas por el mar Rojo, lo veremos con claridad. Il. 4 Quién loignora? El mundo todo ha estado por espacio de tres mil trescientos ailos , en posesion pacffica de la ereen- cia en el gran prodigio de la division de las aguas en el mar Eritreo. Todos habian creidolo que nosotros ereemos, d saber: que Moisés tocé las aguas y éstas se dividieron, — abriéndose un camino muy anchuroso, capaz de dar paso

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