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J454 3 VELADA Vee Ww i y lo didictico enFy nartationni ist. i¢ Es innato 4 Ja incredulidad el desconocer la naturaleza de las cosas, tan pronto como se trata sobre lo que pertenece dla verdad revelada. Como los impfos no toman en sus ma- nos los libros santos, sino para despreciarlos 6 contrade- cir 4 la verdad que contienen, todo.es confusion para ellos, no sabiendo distinguir entre estilo y estilo. Recuerdo que, atravesando por segunda vez el mar Rojo, y encontrando- me enfrente de las alturas del Sinaf, se -hallaba 4 la sazon junto 4 mf un literato, con quish-comverenbs familiarmente sobre los portentos ocurridos en el mar, que surcdébamos, y en el monte, que vefamos. Despues de recordar el paso del mar Rojo por los Israelitas, repuso con mucha gravedad mi interlocutor las siguientes palabras: « Pero, 4.acaso creeis que la narracion de Moisés represente un hecho real y po- sitivo ? Moisés tenia la imaginacion mds poética y fogosa que ha habido, y en un rapto producido por el entusiasmo, su fantasia le sugirié escribir esa narracion , decorando el paso de los Israelitas con esa belleza s iblane que vemos en el Exodo.» Este hombre, como se ve, adolecia de la en-— fermedad eadunias la incredulidad. No pude ménos de | pulverizar ese sofisma , aduciendo las razones, que se ve- ran ahora. }

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