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aieeee bertador, que por ser el pueblo de las usuras y del deicidio. _ El ataque era directamente al judfo, tratandole de soez, grosero, bdérbaro é incivilizado; pero el objeto verdadera- mente directo , aunque llevado por subterfugios, era el de- jar 4 Moisés en buen lugar en presencia de la ciencia. Y ,cudl era este buen lugar en que lo ponia el filésofo de los saraos? El de la supercherfa y la impostura. _ Moisés habia sido un polftico muy habil, un nobabeac! que habia sabido aprovecharse de los estudids, que habia hecho en casa de Faraon, con lo que se volvié hombre de gran _ astucia en el manejo de los negocios piblicos: y como ha- bia pasado cuarenta aiios en las cercanfas del mar Eritreo, cuando pastoreaba los rebaiios de Jetré madianita, sabia perfectamente, que en Marzo habia grandes mareas en el mar Rojo, y asf escogié el diadécimo sexto de la luna de ese mes, para conducir 4 su pueblo 4 las riberas de dicho mar, y pasar 4'su gente cuando habia bajamar, burlandose de este modo de los egipcios; pero, como tenia que conservar el prestigio que habia adquirido, con decir 4 su pueblo, que Dios lo habia enviado, prestigio que crecié con las cosas que hizo manejando su varita, allf tambien la manejé, per- suadiendo al pueblo, que eran aguas levantadas lo que era niebla oscura, y enardeciéndolo con el céntico que compuso en el acto, y que entonaron todos al son de pffanos y pan- deras. Asf hablo la filosofia de los delirios , concentrados en los cerebros de Toland, Collins, Edelman , Morgan y otros. Permitamos por un solo momento 4 los naturalistas, que ~ digan las injusticias que quieran, contra lo que se llama pue+ blo judfo: pero 4 no querer prescindir de las reglas del sentido comun, és preciso confesar, que hay en ese pueblo ciertos hombres que léjos de poder ser despreciados, se ve uno precisado 4 descubrir ante ellos la frente, no faltando alguno, delante del cual hay que doblar la rodilla para ado- rarlo, 4 no ser que uno quiera aumentar el niimero de los fariseos, 6dar 4 Judas algun amigo y partidario suyo. Y uno de los hombres de la primera categoria es Moisés: el des-