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89 tas entrometidas, de jóvenes atemina- “dos, de viejos pisaverdes, de soltero- nas enamoradas, y se entran por las puertas de cada cristiano, fingiéndose personas conocidas y preguntando con voz muy melosa: “Como está la Srta. Concha ¿Y Pepito, donde: anda ¿Tu, Conchita, ven acá, monina; que linda eres! D. Paco, y usted?,, et sic de céteris. Resultado, que al cabo de dos semanas, por arte é industria de Satán entre los cristianos papanatas se ha- bian convertido las Concepciones en mariscos, y ya eran conchas ó con- chitas; los Josés se habian convertido en fruta de huertas, y ya eran pepitos ó pepinos ó pepitas que todo va allá; y los Franciscos y Franciscas se ha- bian convertido en unos anirpalitos americanos llamados pacos y pacas. Desde entonces, en vez de extreme- cerse el infierno cuando se pronuncia unnombre de estos, suena allí una ho- rrible carcajada en señal del triunfo obtenido, con la mudanza de nombres cristianos; y cuando mas se rien los demonios es cuando esos nombres los Es . ¿E Ye : Ñ E A A A O A FER cid il ¡A TA

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