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Ss pe + Ez PO pePee EA " spá2 5 Ñ gi 5 A Ad monjas; y tu vendrás al convento á predicarnos un sermon. —Sí, yo predicar y ustedes mon- as. : —Pero tu papá no quiere: añadió Flora con la intencion que puede supo- nerse, —Sí, papá; yo canónigo; Inés y Flo- ra monjas. ; Agustin sonrió de mala gana, y ha- > ciendo una caricia ásu hijo, añadió: cd bueno, tu canónigo. | — Y nosotras monjas, —repuso Flo- : ra, que le veia escapar por la tan- “gente. —Bueno, monjas—contestó Agus- ¡ tin en el mismo tono,—mientras que + Flora sin dejarle continuar se puso á y en este monton de sentencias. E Hay padres en el mundo que jamás o aciertan á comprender, que sus hijos sE no deben ser para ellos, sino ellos Y para sus hijos, que es lo que Dios manda; que no se hacen los pájaros para el nido, sino el nido para los pá- jaros, y cuando estos tienen alas lo $8 deben abandonar, Así los hijos; están

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