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ACER TA A AA —63 — —Válgame Dios! cuanto me cuesta ese cariño fundado en... Dios lo sabe. ¿Al menos guardará V. el secreto? —Señorita, eso sí; palabra! —Ya ves, Flora; le decia Inés á su amiga, así que despidió á la criada: ya ves, hija; el pfimer tiro ha sido errado. —No importa, Inés; yo doblaré mis esfuerzos, y haré sola lo que haríamos Prudencia y yo: no temas. Mira allí viene tu papá con Fernandin; ahora mismo le voy á disparar la primera descarga á quema ropa, á verlo que sale. A la ocasion la pintan calva, y yo no pierdo esta. Ven, ven por aquí; salgamos al encuentro. Despues de un saludo muy cortesa- no, Flora tomó en brazos al heggnani- to de Inés, y comenzó á decir:. que niño tan hermoso! este va á ser la hon- ra de la familia! Míralo que lindo! tie- ne cara de canónigo. Fernandin, tu que quieres ser? —Canónigo, canónigo, respondía el chiquitin. —Sí; tu serás canónigo, Inés y yo - -.

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