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PL 3 E e y yo > > ON FER apreciar su santa dignidad y amaban las faenas y el retiro de sus casas, co- mo ama la tórtola el nido donde duer- men sus polluelos. Cuatro años estuvo Inés en el cole- gio; y cada vez que su padre la saca- ba á veranear, duramte las vacaciones, . le parecia la chica muy compuestita y muy mona. Era muy bien mandada, eso sí, pero alegre como unas casta- ñuelas, cantadora como un grillo y traviesa como una mariposa. Ási es que nunca le pasó por el pensamiento que Inés quisiera ser monja; pero sí pensó muchas veces que podia ser la esposa del Conde de Montelirio. Esta idea le halagaba tanto, y podia tanto con él eso de tener una hija condesa, que este pensamiento fué la ilusion de toda su vida. Por otra parte esa Musion no carecia de fundamento, porque el condesito de Montelirio parecia estar prendado de Inés. Ella, no obstante, pensaba de otro modo, y por dicha suya el último año que pasó en el convento hizo los ejer- cicios espirituales de San Ignacio en

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